Miralmundo, paisaje vivo en Castilla-La Mancha
Aquí tenemos un resumen de la experiencia.
Durante las horas que estuvieron en la conocida como “Suiza Manchega” recorrieron distintos lugares emblemáticos de nuestro pueblo como el Sidecar de ‘Amanece, que no es poco’ y distintos escenarios de los mismos, además la cascada del Arroyo de la toba, la cueva de los moros, etcétera.
Evidentemente, no podía faltar el recorrido por nuestras instalaciones donde María Ángeles, que ya no está en el día a día del trabajo en Miralmundo, les narró cómo fueron los orígenes de esta pequeña empresa familiar.
Además, el equipo acompañó a Juan Ángel para conocer los distintos servicios que se prestan en el establecimiento en la actualidad, como es el checking, que se realiza directamente en la habitación, así como sirviendo uno de nuestros ricos desayunos con productos locales.
Visita guiada en Ayna
Como último punto de grabación, llegaron al mirador del infierno en Royo Odrea, hasta allí les acompañamos para despedirnos de ellos ya que seguían viaje por la Sierra del Segura hasta el nacimiento del río Mundo, para continuar hasta la provincia de Ciudad Real.
Aquí puedes leer el artículo que ha publicado Laura en blog de EspcadaRural.com que ha titulado
“Castilla-La Mancha, paisajes vivos”
LEER.
Hemos extraído la parte que habla de su visita a Miralmundo.
Amanece en Ayna, que no es poco
De Cuenca viajamos hasta Albacete. Más concretamente a Ayna, el pueblo de Amanece, que no es poco, de José Luis Cuerda. Allí nos esperaba Juan Ángel, el “niño deprimío” de la película –aunque con unos cuantos años más, claro– y también copropietario del hostal rural Miralmundo. Su bienvenida fue tan cálida como las altas temperaturas de ese día.
En el hostal estaba María Ángeles, su madre. Ella, junto a su marido, fueron los responsables de levantar ese alojamiento hace 22 años, cuando el edificio estaba rodeado de olivos y en él había un corral.
Un negocio que empezó siendo una pequeña pensión y que fue creciendo hasta convertirse en un referente del pueblo. Ese fin de semana estaba completo.
“Nosotros en el hostal Miralmundo tenemos una filosofía muy familiar, lo que intentamos es tener un trato muy cercano con el viajero y ayudarle con su viaje desde que llega hasta que se marcha”, comenta Juan Ángel. Si no sabes nada de Ayna, ellos te trazan la ruta completa.
“Recibimos a la gente dándoles la mano y nos despedimos dándole dos besos”, nos dice. Nosotros no solo nos fuimos dándoles besos, sino enamorados de su pueblo –encajado entre las montañas–, de su familia y de su hospitalidad.