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Aýna, te llevo en el corazón, por Alex García

Alex_GarcíaAlex García, nacido en Alcalá de Henares de padres ayniegos, es Doctor en Historia por la Universidad de Cantabria, arqueólogo y prehistoriador. Ha sido investigador del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria y tutor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En la actualidad es investigador del Centro Monrepos de Investigación Arqueológica en Alemania. En los últimos años, Alex García, ha dirigido varios proyectos de investigación destinados a estudiar y dar a conocer el yacimiento arqueológico de la Cueva del Niño, en Aýna.

Visitar Aýna, es sumergirse en la Historia.

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Visitar Aýna es sumergirse en sus paisajes, en su gastronomía, en su arquitectura, en su naturaleza, en su paz… Cualquiera que haya recorrido sus estrechas callejuelas, recogido níscalos o caracoles por sus sierras, bañado en su río, disfrutado de sus paisajes, bebido zurra en Navidad. Almorzado fritillas, degustado sus platos y productos, sentido un nudo en el estómago con la sirena del cinco de Septiembre… sabrá de lo que hablo.

Pero visitar Aýna es también sumergirse en su Historia, en nuestra Historia. Bajo las ruinas del Castillo de la Yedra, recorriendo las calles del Barranco. Paseando por sus bancales o refrescándose en sus acequias, es fácil dejarse llevar por la imaginación y volver a esa Aýna antigua. Ese pueblo de frontera entre musulmanes y cristianos, de dónde le viene su peculiar carácter, su escudo y su nombre.

Historia

Es su Museo Etnográfico, donde podemos conocer cómo vivían sus gentes en un tiempo no tan lejano como parece.

Su Centro de Interpretación de “Amanece, que no es poco”, una película que forma ya parte de la Historia del cine español, y situado en una antigua ermita cuyo artesonado de estilo mudéjar es un regalo a la vista.

Pero posiblemente el mayor tesoro de Aýna no se encuentra entre sus calles, ni tampoco se trata de oro escondido por los “moros” en alguna cueva, como dicen las tradiciones, sino que está oculto en un espectacular barranco en la margen del río Mundo. Y es que en una de las paredes este Barranco del Infierno, entre pinos y cabras montesas, se encuentra la Cueva del Niño. Patrimonio de la Humanidad, ni más ni menos.

Cueva del Niño

Porque visitar la Cueva del Niño significa sumergirse en la Historia más antigua, aquella que trata de explicarnos cómo apareció y evolucionó nuestra especie hasta ser lo que somos hoy día. Quiénes somos, de dónde venidos y adónde vamos, vaya.

En el silencio y la penumbra de su interior, frente a sus magníficas pinturas rupestres, casi puede sentirse la presencia de aquellos cazadores que hicieron de esta cueva y estas tierras su hogar hace más de 20.000 años. o de los Neandertales que la habitaron antes que ellos.

Los ayniegos pueden sentirse orgullosos de sus paisajes, de sus platos, de sus tradiciones y sus fiestas… pero también pueden sentirse orgullosos de su Historia, la de las gentes que admiraron esos mismos paisajes y experimentaron las mismas pasiones hace cientos o miles de años. Y qué mejor orgullo que compartirla con todo aquel que quiera visitarnos y conocerla.

 

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